Si has decidido trabajar con el aerógrafo de forma continuada, lo mejor es invertir en un buen compresor de aire. Cuando vayas a adquirir uno verás que existen numerosos precios pero el ideal es el que el flujo de aire sea constante, regulable y seco.
Debería reunir tres condiciones vitales:
1. El compresor debería estar equipado con un filtro para extraer la humedad del aire, porque si no lo posee, se pueden formar gotas de condensación que irán ascendiendo por la línea de suministro hasta llegar al soporte donde está tu obra de arte.
2. Necesita un regulador de presión, debido a que las pinturas más densas se trabajan a mayor presión que las diluidas. El trabajar con presiones muy bajas se pueden obtener efectos de salpicado muy interesantes.
3. Asegúrate que el equipo posee un indicador de presión (normalmente forma parte del regulador de presión) así los niveles de presión los puedas controlar; la presión para trabajar suele oscilar entre las 15-40 atmósferas.
Los compresores modernos con depósito son muy silenciosos, mantienen una presión de aire constante y están equipados con un filtro de condensados.
Este compresor bombea aire hacia el interior del depósito, desde donde el aire es conducido hacia la manguera de alimentación asegurando un suministro constante y fluido, manteniendo una presión estable y regulable. El motor se pone en marcha y se apaga manteniendo la presión dentro del depósito.
Cierto que los compresores con depósito no son baratos, pero también hay que decir que son indispensables para llegar a realizar una obra de arte profesional.
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